Cuando pican los dedos.

Cierro los ojos. Respiro profundo, abro los ojos, observo la laptop.
 Levantando cuidadosamente las manos, las veo.. Con una mirada queda las observo y las poso sobre el teclado. Empiezo a mover sutilmente los dedos.
Vuelvo a respirar hondo. estiro los brazos y vuelvo a apoyar suavemente las manos en las pequeñas teclas con el alfabeto. Siento y absorbo esta sensación extraña. 

Es como un torrente de emociones que me empuja y a pesar de eso no me resisto porque no quiero nadar contra la corriente. Mis ojos van desde la pantalla a mi vaso con agua, al porta lapiceros, a mis dedos y de nuevo a la pantalla tratando de asimilar, pero no hay tiempo para eso. 

Es un capricho, casi una necesidad incontrolable. Una exigencia desde el fondo del alma que cosquillea y pica en la punta de mis dedos para que bailen a su ritmo. Como una música, como un susurro sutil que puede confundir a cualquiera que no sepa escuchar.  

No hay tiempo para pensar, lo que es natural no necesita parafernalias, ni presentaciones, ni fantásticas entradas, lo que es natural sucede porque así le da a gana. Porque es una diva, porque es exquisita, ronronea como la mas pretenciosas de todas y si llega, llega y punto. La MUSA no espera por nadie.

La inspiración no necesita avisar para llegar, perdería su encanto, perdería su esencia. Se presenta y punto, si impresiona o no, no depende de ella. Depende del que sea capaz de recibirla, abrazarla y convertirla en algo hermoso e impresionante. Ilumina el entendimiento, aclarando hasta el mas recóndito de los rincones del ser.

Es un beso, un paisaje natural digno de contemplar, una mirada cargada de honestidad. Es todo y nada. sublime, tierna, ajena y propia.  Una dicha que brota, desde el corazón..  tan simple y sublime... tan ella. 


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